LA VIDA ES SUEÑO de Calderón de la Barca

 Recientemente he vuelto a leer La vida es sueño de Calderón de la Barca (1600-1681), la cual se considera como una obra maestra no solamente del Siglo de Oro de España, sino de toda Europa hasta hoy en día, siendo una obra filosófica típica del teatro barroco.

 Basilio, el rey astrólogo de Polonia, al nacer su hijo Segismundo, se entera de que su trono será usurpado por él, y lo encierra en una cueva del monte fragoso. Al crecer su hijo, sin embargo, el rey reflexionó nuevamente y quiso probar si él se convertiría en un príncipe cruel y despiadado, como se había vaticinado, para luego ser un rey que no teme a Dios y así arruinar el reino o, por el contrario, vencería su hado para ser un rey que supiera gobernar felizmente sus dominios. Con tal propósito, el rey hizo dormir a Segismundo con un medicamento, para así traerlo al Palacio. Le hizo traer dormido para que su hijo creyera que todo era un sueño, en caso de que se viera obligado, según sus actitudes, a devolverlo a la cueva nuevamente. Segismundo, ya despierto, llegó a cometer actos brutales debido a la furia largamente reprimida, y visto lo cual fue obligado nuevamente a dormir por la medicina y trasladado a la cueva. El príncipe, una vez despierto, cree que todo lo que ha acontecido en el Palacio era un sueño, y monologa:

 << ¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son.>>  

 El príncipe Segismundo no es que soñó en realidad. Él cree que lo que aconteció en el Palacio fue un sueño. Asimismo, considera que el estado actual “despierto del sueño” también es un sueño. Dice él que “ahora tengo el sueño de estar encadenado”. Segismundo considera que tanto el tiempo transcurrido en el Palacio como el que pasa en la cueva es igualmente un sueño, sólo dividido por el rato que estuvo dormido por la medicina. Que toda la vida humana es un sueño y la vida es una continuidad del sueño. En la Jornada Tercera, Segismundo sale de la cueva nuevamente. Esta vez para levantar el ejército, instigado por los soldados, contra su padre el Rey que pretende ceder el trono a un extranjero y Segismundo acepta la propuesta:

 <<pues que la vida es tan corta / soñemos, alma, soñemos / otra vez; pero ha de ser / con atención y consejo / de que hemos de despertar / de este gusto al mejor tiempo>>

 Segismundo se pone en acción, resignándose a que se trata de un sueño. Él está convencido de que la vida es sueño. Así se enfrentan los dos ejércitos, el del Rey Basilio y el de su hijo, el príncipe Segismundo, que derrota el ejército de su padre. Pero el príncipe, sin enorgullecerse, jura obediencia al Rey. Éste es el desenlace. Al final Segismundo dice:

 << pues así llegué a saber / que toda la dicha humana, / en fin, pasa como un sueño, / y quiero hoy aprovecharla / el tiempo de que me durare: / pidiendo de nuestras faltas / perdón, pues de pechos nobles / es tan propio el perdonarlas.>>

 A propósito, algo hacía sospechar que Segismundo se percataba de que aquel suceso en el Palacio no había sido un sueño sino algo real. Por encima de todo, sin embargo, él tomaba como un sueño tanto lo que se considerara sueño como lo que era en realidad.

 La vida es sueño expresa el pensamiento de que un ser humano, tal como nace, es una especie de bestia y sólo por la razón basada en la fe es capaz de vencer la naturaleza ruda. Quiere decir que para la razón todo es sueño y mentira y que la verdad existe solamente en el mundo eterno del más allá.

 Pues bien, el concepto de que la vida es sueño existe en Japón también desde antiguo. En “Los cantos en el pequeño paraíso – Selecciones de Kanginshu” (1518) – se ven los siguientes versos:

Mundo flotante

Nuestro mundo / pasa ¡zas! / en volandas / ¡zas! / ¿qué remedio hay? / no hay otro remedio / este mundo no es / sino una hoja. [49-50]

Todo, / todo esto / es un sueño / ilusión / burbujas del agua / rocío sobre las hojas / de bambú / ¡un sueño! / ¡una ilusión! / ¡Dios mío! [52-53]

Es penoso / ver a un hombre / serio y solemne / este mundo es / un sueño dentro de / un sueño dentro de / un sueño / y lleva una cara / tan juiciosa / ¿de qué sirve / ponerte tan serio? / Nuestra vida / es un sueño / ¿por qué / no te vuelves loco? [54-55]

 Se dice que hay dos tipos de religiones: uno del “descubrimiento de la verdad absoluta” y otro de “salvación”. El primero se representa en el budismo, que pretende renacer como otra personalidad por el entrenamiento espiritual y físico. El segundo se trata de la religión como el cristianismo que confía en la salvación gracias a Dios o a un ser sobrenatural. En los tiempos modernos los intelectuales japoneses tuvieron contacto con la filosofía y el pensamiento de la cultura cristiana en los cuales penetra profundamente la conciencia del pecado original. En el pensamiento y la religión de Japón casi no se observa tal característica, pero Shinran (1173-1262), un reformador budista y fundador del budismo de la Tierra Pura, era una excepción.

 Los pensadores y filósofos posteriores al período Meiji descubrieron que “TANNISHO”, palabras de Shinran sobre el Camino de la Tierra Pura, contiene el concepto de pecado que permite igualarlo con el intelecto moderno. Sus famosas palabras son: “Si incluso una persona buena puede alcanzar la Tierra Pura, cuánto más una persona malvada.” Aquí “personas buenas” son aquellas que “se esfuerzan por alcanzar el Nirvana o el estado de Buda mediante la bondad realizada por su propio poder”. La expresión “personas malvadas” equivale a “nosotros los dueños de pasiones ciegas”. Nosotros en cuanto poseedores de todo tipo de pasiones mundanas, no podemos librarnos de ellas por más que practiquemos duras ejercitaciones. Amida Buda tuvo misericordia de todos y estableció el Voto Prístino para salvar a los malvados. Dicho de otro modo, salva a quienes sin saber nadar, se están ahogando; y añade que, por supuesto, salvará también a quienes saben nadar.

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