El Prof. Fernando Barbosa, investigador colombiano de la cultura japonesa, me ha enviado su interesante comentario sobre mi artículo “La vida es sueño de Calderón de la Barca”. Con su autorización me permito compartirlo con ustedes.
Gracias por compartir sus impresiones sobre La vida es sueño. Una de las huellas que guardo de mi infancia, son los sueños bíblicos de José en Egipto. Desde entonces he tenido cierta fascinación por ellos. Por ello no resultó extraño mi encuentro con la doble obra de Calderón: LA COMEDIA Y EL AUTO SACRAMENTAL. La lectura comparada de las dos fue provechosa y terminó, hace más de cincuenta años, en un ensayo que ya no conservo. A estos textos se han ido sumando muchos más: Artemidoro y Freud y Jung; Sor Juana y, por supuesto, Zhuangzi. Le adjunto un artículo de hace cuatro años en el que expreso mis reflexiones sobre este asunto y su relación con el sueño chino: China: Entre el sueño y la utopía. A mí personalmente, más que la libertad y el libre albedrío que son recurrentes en la crítica, me seduce más el problema de la realidad —como usted bien lo plantea— y que es más cercano a Zhuangzi. Por tal razón me pareció muy interesante y oportuno ligar las interpretaciones con viejos textos japoneses. (A propósito de los autos sacramentales, le comento que me fueron de gran utilidad para acercarme al teatro Noh.)
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