Acabo de leer nuevamente Niebla de Unamuno que había leído hace mucho tiempo en el Colegio Mayor de Guadalupe de Madrid. Miguel de Unamuno (1864-1936) es un escritor que representa la “Generación de 98”. En1898 aconteció la guerra hispano-estadounidense en torno a Cuba y como su resultado, los Estados Unidos tuvo dominio de Cuba y obtuvo territorios en el Océano Pacífico, convirtiéndose manifiestamente en un estado imperialista. Por otra parte, para España había terminado completamente su era de colonización imperialista, indicando la transformación de la historia universal, y lo cual ejerció una influencia seria en el interior del país. España, habiendo perdido Puerto Rico, Guam, Cuba y Filipinas, se enfrentó, dentro del país también, a la crisis moral, política y social. El espíritu de los españoles sumergido en la extrema angustia emprendió la búsqueda de una España más verdadera y más profunda y nació la literatura introspectiva. Unamuno, conocido también como pensador del existencialismo cristiano, trató el problema de la vida y la muerte, así como también el problema del yo, en su filosofía y poesía, mostrando gran interés en “quién soy yo” y “cómo seré yo después de la muerte.”
Augusto Pérez, protagonista de Niebla, hijo único de una viuda rica, es un joven solitario, filosófico y melancólico, que dedica su tiempo a pasear y reflexionar junto con su perro Orfeo. Augusto se enamora de Eugenia, maestra de piano, personaje idealizado como la Dulcinea de Don Quijote, y dedicará sus esfuerzos a intentar conquistarla. Su novia Eugenia, sin embargo, huye con otro hombre después de que él abandona a Rosario, una muchacha que le planchaba la ropa, que le había jurado estar con él y quererle siempre.
El pasaje más famoso de la novela se sitúa hacia el final de ésta, cuando el personaje principal decide visitar a su autor, Miguel de Unamuno, y consultarle sobre su destino. Los resultados son inesperados cuando Unamuno se pronuncia como su creador y le dice que es un ente de ficción a quien, incluso, puede matar si lo desea. Augusto, en su defensa, dice que quizá el autor también es igual al protagonista de la obra, pues puede terminar con su vida cuando menos lo espere; y defiende su existencia al mencionar que él volverá a vivir cada vez que alguien lea su historia, mientras que el autor, en cambio, no lo hará. De esta forma, el encuentro del autor con el protagonista se desenvuelve como un enfrentamiento entre los dos y el autor decide matar al protagonista, falleciendo éste unas páginas más adelante.
Miguel de Unamuno intenta plasmar el encuentro de un creador con su creación simulando la relación Dios-criatura; el protagonista, Augusto Pérez, aunque sea un personaje ficticio, es un personaje más real y existente que los personajes históricos. Para Unamuno, vivir es existir realmente y es una lucha por ganar la vida eterna.
Don Quijote y Sancho Panza existen independientes de la ficción particular de Cervantes, y Augusto Pérez, protagonista de Niebla, también lleva su vida propia alejado de Unamuno. ¿Ante las obras, ya no serán necesarios sus autores? Y aunque se desconozcan los autores ¿no serán las obras las que tienen el poder?
Unamuno inventa la palabra “nivola” en esta obra como un término nuevo para subrayar la diferencia de la “novela” tradicional, representando su distancia con respecto a la novela realista imperante a finales del siglo XIX.
Comentario