El casamiento engañoso de Miguel de Cervantes

 Esta obra es una de las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes, publicada por primera vez en 1613. Está ambientada en Valladolid y su temática recuerda mucho a la novela picaresca. Es el relato más corto de las once Novelas, porque, en realidad, se trata del prólogo a El coloquio de los perros, el diálogo que cierra el libro de Novelas Ejemplares. Cervantes ejemplifica magistralmente aquel refrán de ir por lana y volver trasquilado.

 El alférez salía, dando traspiés, desde el Hospital de la Resurrección de Valladolid, donde había pasado más de un mes, tratándose una sífilis. Allí se encontró con su antiguo compañero de armas, el licenciado Peralta, a quien no había visto en más de seis meses. Peralta, contento de ver a su camarada después de este tiempo, le invitó a comer en su casa para escuchar los últimos avatares de su vida. 

 Según contó, un día aparecieron dos mujeres elegantes en la posada donde vivían él y el capitán. Comenzaron a hablar, una con el capitán y la otra, llamada Estefanía, que ocultaba el rostro con el velo, hablaba con él. Las manos de ésta eran muy blancas y llevaban anillos preciosos. El le instó a que se quitase el velo, pero ella no lo aceptó, invitándole, en cambio, para que su paje le siguiese a ella para indicarle su residencia. Otro día, Campuzano visitó la casa de la mujer, guiado por su paje y al verle las manos, se dio cuenta de que era ella. Tenía unos treinta años de edad. No era hermosa en extremo, pero tenía un tono de habla tan suave que entraba por los oídos en el alma. 

 Pasó con ella amorosos coloquios, haciendo todas las demostraciones que le pareció necesarias para conquistarla, pero parecía que ella estaba acostumbrada a oír semejantes palabras y no le impresionaban. Continuó visitándola durante cuatro días, sin coger el fruto que deseaba. En su casa no se notaba la presencia de parientes fingidos ni amigos. Un día, sin embargo, ella dijo que no heredó hacienda alguna de sus padres ni de otro pariente, pero que el menaje de su casa valía como dos mil quinientos escudos y con esta hacienda buscaba marido a quien entregarse.

 Campuzano también dice que tiene más de dos mil escudos y los dos llegaron al acuerdo de casarse. Cuatro días después, se casaron en presencia de dos amigos del alférez y un tipo que dijo ser primo de doña Estefanía. Y durante algún tiempo Campuzano pasó un tiempo de beatitud.

 Una mañana, cuando Estefanía estaba aún en cama, alguien tocó la puerta de la casa. Eran doña Clementa, dueña de la casa y su conocido, don Lope. Estefanía salió de la habitación, advirtiendo a Campuzano que se fingiese ignorante al oír cualquier cosa, pues ella le explicaría posteriormente. Campuzano se vistió apresuradamente, pero al verlo doña Clementa, lanzó un grito de sorpresa. Ella se enfadó y Estefanía, murmurando palabras de disculpa, llevó a su marido a otra habitación y le explicó que era un juego, pues doña Clementa era amiga suya y deseaba casarse con don Lope, de modo que deseaba prestarle la habitación unos días para disimular ante él que ella tenía su propia habitación. Campuzano no quedó convencido, pero no tenía tiempo para discutir y se cambió de vestido, entregó su baúl a su paje y se dirigió con Estefanía a la casa de otra amiga suya.

 Un día, aún no cesaba la discusión entre Estefanía y Campuzano. Cuando estaba ausente Estefanía, la dueña de la casa fue y le confesó que la propietaria de aquella casa era doña Clementa. Estefanía no poseía nada, salvo las prendas de vestir que llevaba. Es que doña Clementa le pidió a Estefanía cuidar de la casa por unos días durante su ausencia, pues debía acompañar a su esposo. 

 Al enterarse de esto, Campuzano salió furioso a buscar a su esposa, pero al no encontrarla, volvió a la casa de la dueña, pero según ella, su esposa volvió, pero al enterarse de que todo era del conocimiento de su marido, se marchó llevando todo el contenido del baúl. El alférez comprobó que el baúl estaba vacío.

 El licenciado Peralta, al oír esto al lado, lamenta el hecho de que haya sido robada la preciosa cadena de joyas. Pero Campuzano aclara, confesando que en verdad aquellas piedras también eran falsas, al igual que todas las posesiones que decía tener doña Estefanía. Se ha descubierto en fin que esta pareja calculaba recíprocamente cuánto podría extorsionar de su pareja y en fin, ni uno ni otra poseía nada.

 Doña Estefanía desapareció junto con su primo y el alférez, que estuvo atormentado por la sífilis durante más de un mes, creía que había logrado engañarla, pero era él quien en realidad había sido engañado.

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