El Dr. Ricardo Bello, ensayista y narrador venezolano, actualmente residente en España, y está estudiando el japonés, me ha enviado su excelente comentario sobre La vida es sueño. Con su autorización, me permito compartirlo con ustedes.
Estimado Ito san, finalmente pude leer su artículo sobre Calderón de la Barca, que toca temas tan importantes para el siglo XVII y para nosotros, por supuesto, como pueden ser el descubrimiento de la realidad y la necesidad de conocer la verdad absoluta de lo que ocurre en nuestras vidas. No sé si estoy tan de acuerdo con usted cuando sostiene que el cristianismo confía en la salvación gracias a Dios o a un ser sobrenatural. Justamente ayer conversaba con un amigo, sacerdote jesuita, sobre San Ignacio de Loyola, que defendía la necesidad de “Ser señor de sí mismo”, una máxima ignaciana que hace referencia a la necesidad de actuar siempre con total libertad. Y esta libertad consiste precisamente en la decisión a renunciar, o a intentar alejarnos de las esclavitudes inconscientes (o conscientes), como pueden ser los apegos a placeres, pasiones ciegas y fijaciones intelectuales o físicas, que nos impiden llegar al fondo de las cosas. Y ese camino, que conduce a la verdad, está más relacionado con el amor a Dios, que con el esfuerzo consciente para alejarnos de los que nos impide amar. En todo caso, la búsqueda no se inicia sólo por querer abandonarnos a la voluntad de Dios, sin que tengamos nosotros que hacer nada al respecto. No podemos ser indiferentes al esfuerzo personal que exige esta gran tarea, la más importante de todas en cierto modo. La gran literatura, argumentaba George Steiner, tiene un solo gran interlocutor y un solo gran tema: la presencia o ausencia de Dios. Y esto lo podemos reconocer en Calderón de la Barca y también, claro está, en los pensamientos de Shiran Sensei. Llegará el día en que pueda leerlo en su lengua original, ayudado siempre por su generosa traducción. Un fuerte abrazo, Ricardo
Comentario