EL ESTUDIANTE DE SALAMANCA de Espronceda

 Recientemente he leído el poema narrativo El estudiante de Salamanca de José de Espronceda.

 A Espronceda (1808-1842) se le considera como autor típico del movimiento literario romántico, que abarcó buena parte del siglo XIX. Pasó toda su vida en medio de vehementes actividades revolucionarias. Emprendió rebeliones por todas partes, fue expulsado de España y se refugió en Londres donde fue cautivado por las obras de Byron, experimentó un amor ardiente en Lisboa, guerreó en la fortaleza de París, pero murió trágicamente a los 34 años de edad. La vida de este poeta presenta tres aspectos que no se pueden considerar de una manera aislada: el político, el amoroso y el literario.
 El argumento de este cuento en verso es como sigue.

La primera parte
 Se inicia con la descripción de Salamanca de medianoche en silencio absoluto como si fuera una ciudad muerta y de dos personajes que se baten en un duelo. Luego se pasa a presentar al protagonista, quien es Don Félix de Montemar. Es un joven noble, estudiante en Salamanca, mujeriego, arrogante, prepotente, además de ser poco religioso y jugador. Él se ha prendado de bella e inocente Elvira.

La segunda parte
 Aquí indica que tras prometerle Don Félix que sería su esposo si se entregaba a él, Elvira accedió, completamente confiada en que él la amaba. Al lograr su objetivo, sin embargo, como era ya común, el protagonista la dejó sola y abandonada. Elvira sufre por la traición del protagonista y la vergüenza por haber sido ultrajada a través de engaños. Ella enloquece y opta por morir, dejando una carta que expresa todo lo sucedido y sus sentimientos totalmente rotos.

La tercera parte
 Don Félix está entregado al juego con otros cinco hombres y sin remordimiento alguno, decide vender un collar y un retrato de Elvira. Al iniciarse la partida, se resalta entre los personajes que se encuentran en escena con don Félix, la presencia de Don Diego, hermano de la difunta Elvira, quien ha venido desde Flandes, con la intención de vengar la muerte de su hermana.  

La cuarta parte
 Don Diego desafía a Don Félix, pero pierde la vida en el lance. Cuando Don Félix escapa con la espada ensangrentada en la mano, se le aparece una misteriosa figura femenina de ropajes blancos que reza ante una imagen de Jesús. Don Félix, intuyendo una nueva aventura amorosa, sigue a la visión. Pero las calles de Salamanca adquieren un tono de pesadilla, de alucinación, que culmina primero con el encuentro de Don Félix con su propio entierro y más tarde, con una macabra ceremonia de boda. La misteriosa dama lo conduce hasta una infernal mansión custodiada por sombras y espectros. Cuando Don Félix destapa el velo que cubre la cara de la mujer a la que ha seguido, contempla asombrado que es la calavera de Elvira. El esqueleto abraza fuertemente a Don Félix y éste muere sin contrición. Con el amanecer, la atmósfera de pesadilla que ha presidido la noche se desvanece: vuelve la luz y desaparecen los sonidos y las visiones infernales. Por las calles salamantinas se rumorea que esa noche el diablo ha venido para llevarse al infierno a Don Félix de Montemar.

 Parece evidente que esta obra hereda la tradición de El burlador de Sevilla y Convidado de piedra de Tirso de Molina (1583-1648), así como Don Juan Tenorio de José Zorilla (1817-1893). Sin embargo, las dos primeras son obras de teatro y se desarrollan en Sevilla, mientras que ésta es un poema narrativo y su escenario es Salamanca, lo cual hace de ésta una gran obra dotada de un encanto especial.

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