「21世紀の日本とその国際的役割」

 最近ベネズエラのロス・アンデス大学アジア・アフリカ研究所から VISIONES SOBRE JAPÓN EN EL SIGLO XXI と題する本が刊行されました。その序文に私の「21世紀の日本とその国際的役割」という一文(2021年5月記)が掲載されましたので、ご参考までにスペイン語原文のままここに載せさせて頂きます。

 なお、このデジタル版( http://www.saber.ula.ve/handle/123456789/48599.)は目で読み、耳で聞くこともできます。

 El Japón actual del Siglo XXI y su papel a desempeñar en el plano internacional 

MASATERU ITO    

 El mundo de la primera mitad del siglo XX experimentó las dos guerras mundiales. Era una época de destrucciones y horrores: las guerras por las armas de destrucción masiva, el lanzamiento de bombas atómicas sobre los ciudadanos de Hiroshima y Nagasaki, el crecimiento del fascismo, el genocidio de los judíos por los nazis, entre otros aspectos que nos llevan a afirmar que el mundo estaba colmado de locura. En el campo económico, la Gran Depresión Mundial de la década de 1930 originó un sufrimiento sin precedente en la vida humana. A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, durante casi 30 años, el mundo de la economía de mercado pudo disfrutar de la llamada “Edad de Oro” completamente diferente de las épocas precedentes. Los pueblos de la economía libre estaban llenos de esperanza, aunque existía la Guerra Fría, pero sin amenaza de la guerra caliente. La economía japonesa también, tras un difícil período de rehabilitación de posguerra, logró un crecimiento rápido y en 1968 Japón se convirtió en la segunda economía mundial. Empero, desde 1989 Japón se enfrenta a importantes desafíos de orden político y económico. Los excesos de la llamada “economía burbuja” de fines de los años ochenta terminaron en la peor recesión que el país había conocido después de la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo la sociedad japonesa se enfrenta a nuevos problemas, tales como la caída de la natalidad y el veloz envejecimiento de la población. Nuestro país es el que avanza más rápido en el mundo en la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población. Actualmente cada 3 personas de la población productiva (de 15 a 64 años de edad) sostienen a un anciano (mayor de 65 años) y se prevé que a mediados del siglo XXI, una de cada 3 personas será mayor de 65 años. Para hacer frente a estas dificultades, nuestro país, al inicio del siglo XXI, ha procedido a reformar las prácticas propias de la posguerra en todos los aspectos de la sociedad, incluyendo el gobierno, las finanzas, la educación y la seguridad social. A principios de 2020, estalló el brote de la pandemia mundial de la COVID-19 en China e inmediatamente se propagó al mundo entero, causando más de 3,5 millones de muertos a fines de mayo de 2021. Anteriormente, los ataques del 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera de 2008~09 estremecieron todo el mundo, pero el impacto de la pandemia será mucho mayor que aquellos incidentes. Cuando sucedieron los ataques terroristas y la crisis financiera, estaba establecido el orden internacional y Estados Unidos actuó rápidamente contando con el apoyo de otros países. Pero actualmente parece que Estados Unidos se propone retirar su posición como el líder mundial. La COVID‐19 representa la primera crisis geopolítica en el tiempo en que no existe un país líder en la comunidad internacional. De aquí en adelante las tres corrientes actuales ejercerán mayor influencia sobre el proceso de la formación del nuevo orden internacional. La primera, es la tendencia al distanciamiento de la globalización mundial. Durante la segunda mitad del siglo XX, el mundo promovió y fortaleció la cooperación mutua a través de su proceso de globalización, pero en los últimos años la fuerza política internacional para promover la globalización está disminuyendo, como se advierte en la separación de Inglaterra de la Unión Europea y la aparición del Presidente Trump en el 2017 en los Estados Unidos, así como también en el tratamiento de la crisis de la pandemia en la que todos los países se enfrentan a ella separadamente. El alejamiento de la globalización y la falta de la coordinación entre las naciones serán las características del nuevo orden mundial. La segunda corriente que se nota en el plano internacional es el resurgimiento del nacionalismo que vocea “Yo primero” y “Primero mi país”. La prosperidad económica de una nación se manifiesta en la cifra del producto interno bruto (PIB), pero debajo de ella la diferencia de ingresos está ampliándose en muchos países. En la mayoría de los países desarrollados ha avanzado el hundimiento de la clase media. Debido a la pandemia cambiarían no solamente los principales índices económicos, sino también el estilo de vida de los pueblos. La clase pobre es la que recibiría el mayor golpe. Muchos podrían sentir los defectos de la red de seguridad social en el siglo XXI. El método principal de comunicación con el mundo exterior serán las redes sociales y la gente tomará contacto con la información por internet donde se intercambian opiniones bipolares. Como consecuencia, el nacionalismo podría cobrar fuerza en vez de disminuir. La tercera corriente es en torno a China, nación que ha comenzado a sobresalir como un auténtico superpoder político. Ya se preveía desde antes, por diversos datos, que China se convertiría en una gran nación económica y tecnológica. Actualmente, China no es aún una amenaza militar como era la ex-Unión Soviética, pero está avanzando como un verdadero rival de los Estados Unidos y tiene un claro propósito de dominar tanto el Mar de la China Oriental como el Mar de la China Meridional y anexar posteriormente a Taiwán mismo, estableciendo a su vez la nueva Ruta de la Seda hasta África. Eso sería una amenaza realmente seria para la seguridad del Japón. En el siglo XXI la guerra no es ya en forma convencional, sino será en forma de guerra híbrida, cibernética e invisible. Asimismo, debería señalar la necesidad urgente de reformar la estructura básica del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El Consejo actual no refleja las realidades internacionales de hoy en día, ya que no es capaz de adoptar una decisión si un miembro permanente se opone, aunque se trate de un asunto de vital importancia para la paz y seguridad internacional. Para mantener un Consejo de Seguridad legítimo y efectivo, será imperativo agregar como miembros permanentes del Consejo a los países que tengan la capacidad y la voluntad de desempeñar el papel necesario para la paz y seguridad internacional y anular el sistema del veto otorgado a los miembros permanentes. Según Jacques Attali, autor de Breve historia del futuro, los individuos y los Estados deberían advertir “la profunda verdad” de que “la contribución a la felicidad ajena es la única manera de conseguir su propia felicidad”, o sea la importancia del altruismo y en caso contrario, la humanidad estaría destinada a entrar en la era del hiperconflicto. En medio de las circunstancias mundiales de incertidumbre donde no es fácil prever el futuro, ¿qué podría hacer Japón? ¿Podría Japón contribuir esencialmente al mundo de alguna manera? Japón adoptó los valores occidentales a partir de la Restauración de Meiji en 1868 y también la rápida americanización tras la Segunda Guerra Mundial: opciones indispensables para que Japón sobreviviera y mantuviera la independencia. Reconociendo bien tal hecho, los japoneses deberíamos recobrar nuestros propios valores que teníamos tradicionalmente como, por ejemplo, “el espíritu de saber satisfacernos con lo que tenemos”, “el espíritu de respetar la armonía” y “el amor a la Naturaleza que nos permite vivir a los seres humanos en la Tierra”. Cuando recuperemos esos valores, podríamos contribuir de alguna manera para salvar el mundo del siglo XXI. Es indispensable corregir el sentido común de los hombres contemporáneos de que “debe conquistarse la Naturaleza” y de que “triunfan los poderosos y es natural que los triunfadores disfruten de sus ganancias”. Necesitaríamos no solamente ganar en la lucha contra la pandemia, sino también en defender el mundo libre y generoso.

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